martes, 13 de octubre de 2009

Bell se siente desolada

Saludos afectuosos a la audiencia.
Hoy quiero poner fin -adopto un tono a lo Isabel Gemio- a tu insípida e improductiva tarde. Desconozco cuáles son tus quehaceres pero has de reconocer que si me estás prestando tus ojos; eso dice mucho de la importancia y seriedad de tales.
Y para poner fin a la fatiga de la cotidianidad, contaminar tu capacidad intelectual y ejercer una mala influencia sobre ti te voy a contar una historia basada, como casi siempre, en hechos reales.
Esta mañana, al término del puente del Pilar, me he pesado como es mi costumbre. Y para mi sorpresa pesaba medio kilo más. En realidad la sorpresa ha sido únicamente personal; cualquiera que me haya visto comer alguno de estos días se sorprenderá de que no haya reventado la báscula.
Me desnudo ante vosotros y proclamo cinturón en mano que yo soy esa vacaburra capaz de coger tanto peso en solo tres días. También os confieso - y aquí hago un excurso con anticipatio; el escribir en este blog me da la licencia de poder usar palabras malsonantes a mi gusto- que me he pesado sin hacer de vientre. Es lo que tiene subirse a una báscula a las 6: 30 am, que una no tiene ganas ni de cagar.
Mañana cuando repita la operación, si he hecho aguas menores y mayores y peso lo que antes del puente, prometo contároslo.

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