sábado, 31 de octubre de 2009

Tribus urbanas: mamarrachas..

Saludos a la concurrida, entusiasta y falta de juicio multitud. He decidido poner fin a mi ciber-silencio para compartir con vosotros la profunda aversión que siento hacia este tipo social: la petarda.

Bien, amigos. Para todos aquellos que no estéis familiarizados con la jerga, vamos a introduciros un poco en su semántica. La mamamarracha-o petarda- suele ser, por lo general, mujer. Se define fundamentalmente por estar fuera de todo. Fuera de lugar, muy lejos de estar cerca del momento oportuno, y fuera de todo canon estético de por lo menos las últimas décadas.

Para proceder a su descripción vamos a seguir cierto orden, aunque no se si será posible.
La mamarracha no tiene pelo. Tiene un pelazo. Recientemente las Bell hemos podido comprobar, mediante un exhaustivo análisis fotográfico, que son numerosas las corrientes de aire que se generan SOLO -empero, solo- en torno a su cabellera de suerte que, mientras que las demás quedamos retratadas con nuestros lacios peinados a causa de la ausencia de viento, ella siempre va a gozar del volumen que le proporciona ese remolino inexistente salvo para ella.
Tiene la fea costumbre de adornarse la cabellera con unas diademas de las que sólo diremos: Si has escogido esa para salir de casa, no quiero imaginarme las que se han quedado atrás. Pero al margen de la experiencia estética que proporciona su contemplación, sin duda lo que más impacta es la retahíla de gilipolleces que es capaz de emitir en un breve parlamento. Sí. Sí.

Gilipolleces cimentadas sobre historias que todos sabemos que forman parte de la ficción. Y ahí estás tú, escuchando con cara de idiota idioteces gratuitas porque en el fondo te da una vergüenza horrorosa pedirle que se calle, que madure y que se opere.

Yo me planteo quién es el culpable de llegar a estas situaciones: ¿la mamarracha y su gilipollez supina o mi cobardía e intolerancia?

jueves, 29 de octubre de 2009

¡¡APROBADA!!

Ha tenido lugar un suceso digno de mención en nuestra tediosa vida... ¡¡La otra Bell se ha sacado el carné de conducir!! Desde nuestro blog quiero volver a felicitarla, porque es un peso que se ha quitado de encima.
Asimismo animo a cualquiera que pueda a apuntarse en la autoescuela, que cuanto antes se lo saque uno, mucho mejor; pues dicen que cuanto más mayor eres, más difícil es.
Se que esta entrada es breve, pero aestas alturas del curso hay mucho que hacer, así que, un saludo a todos!!

martes, 13 de octubre de 2009

Bell se siente desolada

Saludos afectuosos a la audiencia.
Hoy quiero poner fin -adopto un tono a lo Isabel Gemio- a tu insípida e improductiva tarde. Desconozco cuáles son tus quehaceres pero has de reconocer que si me estás prestando tus ojos; eso dice mucho de la importancia y seriedad de tales.
Y para poner fin a la fatiga de la cotidianidad, contaminar tu capacidad intelectual y ejercer una mala influencia sobre ti te voy a contar una historia basada, como casi siempre, en hechos reales.
Esta mañana, al término del puente del Pilar, me he pesado como es mi costumbre. Y para mi sorpresa pesaba medio kilo más. En realidad la sorpresa ha sido únicamente personal; cualquiera que me haya visto comer alguno de estos días se sorprenderá de que no haya reventado la báscula.
Me desnudo ante vosotros y proclamo cinturón en mano que yo soy esa vacaburra capaz de coger tanto peso en solo tres días. También os confieso - y aquí hago un excurso con anticipatio; el escribir en este blog me da la licencia de poder usar palabras malsonantes a mi gusto- que me he pesado sin hacer de vientre. Es lo que tiene subirse a una báscula a las 6: 30 am, que una no tiene ganas ni de cagar.
Mañana cuando repita la operación, si he hecho aguas menores y mayores y peso lo que antes del puente, prometo contároslo.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Sobre como ser mujer y no morir en el intento

Queridos feonautas, tengo motivos para sembrar la alarma social. Me he puesto a pensar.
Desde hace algún tiempo me tiene medianamente preocupada el papel social de la mujer en general y el mío en particular. Dios sabe que juré delante de los estatutos que jamás aprovecharía este blog para hablar de algo serio, pero no he podido refrenar mis impulsos.
Y es que desde hace algún tiempo me veo agobiantemente rodeada de mediocridad. Sabe Dios también que soy una gran amante de la vulgaridad, pero ésta últimamente se me está haciendo insoportable porque veo que pretende transformarse en grandeza, en impositivo moral y en doctrina preponderante. Y eso no lo aguanto.
Hablé hace unos días con Moderno y Wesley de lo difícil que es ser mujer y algunas de las conclusiones que obtuvimos no han parado de bombardearme. Ser mujer es algo más que sentirse deseada; es pelear con una misma sabiendo que jamás vas a ganar la batalla. Además tienes que desdoblar tus fuerzas para pelear también contra el mundo. Esa guerra sí que no la vas a ganar.
Peleas por tus miedos. Peleas para abatir los de los demás. Peleas por volver a entrar en aquel pantalón que hace algún tiempo que no te pones. Peleas por demostrar tus capacidades a un mundo que te subestima, que considera que tu expresión individual es "expresión femenina" o, la todavía más hiriente, "feminista".
Y pienso yo, que debo ser un poco lerda, -¡Qué coño es la expresión femenina!-. De existir ésta, tendría que haber una "expresión masculina". Me despista, me confunde y acaba por cabrearme hasta hacer estallar mis femeninos ovarios.
Doy por hecho que todo aquel que esté familiarizado con términos tales como "literatura femenina" sabrá de que estoy hablando. Lanzo la pregunta otra vez, ¿Qué coño es la literatura femenina/ feminista?. ¿Acaso una literatura que se pretende anti- hombres vagos, calvos, gordos y machistas anclados en el pasado?.
Me parece muy pobre que la expresión de un individuo de sexo femenino se le cuelgue esa etiqueta tan desacertada y que por ello el individuo masculino no se acerque a ella, sabe Dios porqué. Porque cuando tenemos algo que decir no hablamos de "cosas de mujeres/mujeriles", porque cuando nos expresamos artísticamente a partir de nuestra voz no siempre queremos enseñar las piernas. Porque me aburre mirar a las mujeres de mi tiempo y ver tetas y mirar a muchos hombres revestidos de una actitud de pseudointelectualidad. Porque me asombra que la voluntad más inquebrantable se venga abajo si le enseñas el culo. Porque no entiendo a este mundo ni a mi sexo. Tampoco al otro.
Y porque me da por culo sin ápice de placer que al pensar en una "mujer diez" todos pensemos en Pilar Rubio paseándose medio en bolas por la Sexta.
-Niña, por favor, tapate-

¡ Ya somos un "gilipollo" más!

Las Bell dan una calurosa bienvenida a su nueva seguidora y le agradecen que no sienta vergüenza por leernos. Querida Marta, esperamos que no obtengas ningún provecho al leernos y que por lo menos, si no es mucho pedir, te entretengas un rato.
De la misma manera te animamos a participar. A ver si conseguimos resucitar un poco esto...

domingo, 4 de octubre de 2009

Carpe diem

¡Hola a la concurrencia!
Me ha ocurrido una cosa espantosa; después de estar todo el puñetero verano esperando a terminar de trabajar para poder gozar de mis 5 días de auténticas vacaciones en el entreacto vacaciones-comienzo de curso, voy y me pongo mala. ¡¡Ah, destino cruel!!
De nada me sirvió pensar "en esos 5 días voy a hacer esto y lo otro, y el domingo pienso hacer lo de más allá", porque el viernes un dolor de cabeza nada convencional para mí se instaló detrás de mis ojos y consiguió inutilizar el fin de semana. El típico dolor corporal y mareo, porque ni siquiera la fiebre se ha dignado a visitarme, así que encima me rodea un halo de patetismo que no soporto. Adiós a hacer punto de cruz, a ir al rastro, a ir a cenar a casa de mis suegros, a montar en bici y a un sinfín de actividades no provechosas.
La vida, desde luego, a veces es así. Te pasas la mitad de tu existencia haciendo planes de lo que harás mañana, pasado, la semana que viene, el mes próximo, dentro de un año, y de nada te sirve. Aunque igual ahí está la gracia del asunto y su moraleja; deberíamos preocuparnos menos por el futuro, que lo único que consigue la mayor parte de las veces es agobiarnos, y procurar vivir más el día a día. Carpe diem, quam minimum credula postero, que diría Horacio.
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